El turismo no entiende de sexo

Enric Ribera Gabandé

En tiempos de crisis todo el mundo se las ingenia para ganarse las habichuelas. Ya es difícil, muchas veces, hacerlo en momentos de cierta bonanza. Más aún, si cabe, ahora que la recesión es la tónica más destacada de muchas economías mundiales. En el pabellón del turismo, también. No se queda atrás. Hay que tener bien despiertos los sentidos para competir en este mercado globalizado con garantías de éxito. El barrio bonaerense de San Telmo (Argentina) para llamar la atención y el money money de un segmento del sector turístico nacional e internacional ha creado un circuito especial para turistas homosexuales, con el objetivo de difundir el “espíritu abierto de la zona” y con ello atraer visitantes y generar inversiones.

El circuito para esta comunidad ha sido presentado de forma oficial en un simposio internacional de turismo gay que se realizado en Buenos Aires. El recorrido por San Telmo va ser promocionado a través de Internet y revistas mundiales para captar turistas e identificar al portuario barrio capitalino argentino como lugar de “mentalidad abierta”.

Dentro del capitulo de lo ingenioso, los comerciantes de la zona incluso piensan colocar en las afueras de sus locales banderas con los colores del arco iris que identifiquen los lugares “amigables” con la comunidad homosexual. Algunos de ellos ya lucen este símbolo.

Buenos Aires ahora es una de las ciudades más liberales en América Latina. Hace dos años se legalizaron las bodas entre personas del mismo sexo.

El turismo no entiende de sexo, aunque a veces hay que saberlo diferenciar.

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